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El director Tony Scott se fué como un personaje de sus películas: de manera violenta y dramática. A los 68 años se quitó la vida lanzándose de un puente, dejando atrás una estela de dolor y misterio. Reportes iniciales de que padecía un cáncer inoperable en el cerebro han sido refutados. Existe una nota de despedida, pero tenía razones para vivir: familia, amigos, y un rosario de proyectos en diferentes etapas de desarrollo, bajo la insignia de la productora Scott Free, empresa que dirigía a la par de su hermano, el también director Ridley Scott (Prometheus, 2012). Su página del Internet Movie Database cita al menos 10 títulos. El mas próximo a verse es “Coma”, una mini-serie para televisión basada en la novela de Robin Cook – que ya pasara por la pantalla de cine en 1978, con Michael Crichton dirigiendo a Michael Douglas y Genevieve Bujold -. A diferencia de sus películas, que solían resolverse en un par de horas, probablemente nunca sabremos el porqué de este trágico desenlace.
Es innegable la influencia que el cineasta ejerció sobre la industria de Hollywood, y por ende, el gusto popular. Debutó con “The Hunger” (1983), un extraño y provocativo thriller que imaginaba a David Bowie y Catherine Deneuve como vampiros ochenteros. En su siguiente película le baja el volúmen a la excentricidad, y define la matriz taquillera que nos gobierna hasta ahora. “Top Gun” (1986): acción testosterónica y elaboradas secuencias de acción, con grandes deudas creativas para la publicidad y el videoclip. Años mas tarde, Michael Bay tomaría el estilo de Scott y lo potenciaría con afetaminas. Pero al comparar el “cine del caos” que favorece el director de “Transformers”, el estilo de Scott, este último se revela como disciplinado y casi elegante. Seguro, sus tramas son violentas, ocasionalmente misóginas y agresivamente superficiales – véase “El Último Boy Scout” (1991) con Bruce Willis en el pináculo de su fama. Quizás favorecía la sensación sobre la sustancia, pero Scott tenía un dominio mas firme del lenguaje cinematográfico que sus herederos. Lejos de ser un flagelo, Scott era un estilista. Su cine era popular, en el sentido mas estricto de la palabra.
Entre 18 largometrajes, trabajó en cinco ocasiones con Denzel Washington. “Crimson Tide” (1995) fue la primera. “Imparable” (2010) fue la mas reciente, y su última películas proyectada comercialmente en Nicaragua. Entre líneas, puede encontrar mas puntos a favor de Scott: como productor, cosechó mucha buena voluntad en la industria. Le dió un primer empujón a Quentin Tarantino al dirigir su guión “True Romance” (1993). Y cualquier director que imagina a Catherine Deneuve como vampiresa New Wave corrompiendo a Susan Sarandon, merece toda mi estimación.
Si quiere recordar o descubrir el cine de Tony Scott, «Top Gun» (1986), «Enemy of the State» (1998), «Spy Game» (2001), «Domino» (2005), «Deja Vu» (2006) y la serie de TV «Numb3rs» (2004-2007) se encuentran disponibles en Netflix con subtítulos en español.
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