CINE Y PERIODISMO: «NETWORK» (Sydney Lumet, 1976)

CINE Y PERIODISMO: «NETWORK» (Sydney Lumet, 1976)

 

 

 

 

¡Es el profeta loco de las ondas!: Peter Finch en «Network»

Cuatro pantallas de televisión luchan por su atención al inicio de “Network”. Vemos a las 3 grandes cadenas que en 1975 dominaban el espectro radioléctrico en los EEUU: ABC, NBC y CBS. Estamos en el mundo pre-cable y pre-internet, donde solo la radio y la prensa escrita les disputa influencia en el plano mediático. La cuarta pantalla corresponde a la señal de UBS, la cadena imaginada por el guionista Paddy Chayefsky para cristalizar todos sus temores sobre el curso que la televisión tomaba, temores exaltados en la película dirigida por Sydney Lumet, en medio de la mejor mejor racha de su carrera. El gran moralista del cine norteamericano estaba sintonizado con el tenor de los tiempos. Y no le gustaba lo que veía.

Una locución nos informa que el presentador del noticiero de UBS, Howard Beale (Peter Finch) ha sido despedido por bajos índices de audiencia. La noticia ha sido comunicada por su viejo colega Max Shchumacher (William Holden). La amistad entre ellos data de la juventud que compartieron durante la era dorada del periodismo televisivo, bajo el ala de Edward Murrow. Ahogando el shock con alcohol, Beale dice en tono amargo que se suicidará en cámara. Schumacher toma la declaración como un chiste, y ambos proceden a presentar escenarios cada vez mas exagerados, en los cuales la muerte convertida en espectáculo es un programa de horario principal. La amarga broma de un borracho se convierte en realidad en el curso de “Network”.

Lumet y Chayefsky sabían de que hablaban. Ambos se forjaron en los albores de la televisión comercial estadounidense, dirigiendo y escribiendo dramas de teleteatro que se transmitian en vivo a inicios de los 50s. Dos décadas después, la televisión se había convertido en un negocio millonario, integrado en las operaciones de grandes compañías multinacionales. La batalla por los ratings conducía al sensacionalismo. El periodismo televisivo encuentra a los bárbaros golpeando a su puerta.

Beale cumple su amenaza y anuncia durante el noticiero que quince días mas tarde, se suicidará en cámara. En un revelador gesto, los técnicos del cuarto de control no reaccionan y siguen mecánicamente la transmisión. No ponen atención a lo que envían a través de las ondas a millones de hogares. Beale es separado inmediatamente de su cargo, pero Diana Christensen (Faye Dunaway), la nueva directora de programación, tiene otros planes. El siniestro anuncio de Beale infla los ratings del noticiero. Si el público quiere a Beale, ella se los va a dar. Así, el viejo y digno hombre de noticias se convierte en el “loco profeta de las ondas”, dispensando diatribas cada vez mas inflamatorias. Canaliza el descontento del pueblo, asediado por la crisis del petróleo, la resaca de Nixon y el Watergate y el stress post traumático de Vietnam. “I’m as mad as hell and I’m not gonna take it anymore!” – ‘¡Estoy infernalmente enojado y ya no voy a aguantarlo mas!’) se convierte en el lema de una generación, que compelida por el demente, se lanzan a gritarlo desde sus ventanas. Diana transforma el noticiero en una especie de programa de variedades que convierte a UBS en un fenómeno comercial. Schumacher está horrorizado, pero no lo suficiente como para resistirse a un affair con Diana.

“Network” es una ácida sátira que nos presenta un mundo donde todo está en venta. Tome nota de las negociaciones entre Diana y Laureen Hobbs (Marlene Warfield), la líder del Partido Comunista que felizmente negocia un reality-show basado en las hazañas terroristas de un grupo anarquista. La acompaña un ejército de abogados y un agente de talentos. En este mundo, Diana es una reina. Tome nota de la secuencia que documenta una escapada de fin de semana con Schumacher. Ella es incapaz de tener una conversación normal. Sobre la carretera, cenando, caminando por la playa e incluso en la cama, su “conversación” es monólogo sobre estategias de programación y estudios de audiencia. El climax llega con un triunfo en los ratings, por supuesto. 

Una lectura superficial de la película puede hacernos creer que la película se matricula con la idea que la televisión es la raíz de todos los problemas de la sociedad, pero Lumet y Chayesfsky realmente apuntan un dedo acusador a todo el mundo. Beale se presenta como un catalizador del descontento popular, pero ese pueblo se ve muy contento como audiencia pasiva en grabaciones en estudio. La única revolución que están dispuestos a hacer implica gritar desde su ventana una consigna. Aplauden como focas cuando les dan la señal durante la grabación de un noticiero convertido en “Sábado Gigante”. Pero, ¿puede culparlos? Hasta los revolucionarios se venden al mejor postor por tiempo al aire. Y Schumacher, nuestro paradigma de rectitud, despiadadamente le comunica a su esposa que debe seguir el curso de su affair con Diana. Es el guión escrito para él. Beatrice Straight ganó un Óscar por una escena de menos de ocho minutos, en la cúal nos recuerda que el mundo exaltado que los protagonistas habitan está divorciado del mundo real donde la gente vive vidas de verdad.

Howard Beale es, en realidad, un demente. No es casualidad que la película presente una escena en la cual escucha voces. Y ese “descontento popular” que representa es simplemente otra forma de conformismo e indolencia. Cuando una de sus diatribas complica la venta de la corporación multinacional que ha absorbido a UBS, es citado por el presidente de la compañía, Arthur Jensen, interpretado por Ned Beatty. Como Straight, Beatty toma una breve escena y la convierte en un evento. Jensen se presenta sencillo y campechano, pero una vez que se encierra en la imponente sala de conferencias, controla el ambiente para máximo efecto teatral. Cierra las cortinas y en la oscuridad puntualizada por lámparas de biblioteca, grita con la furia de un predicador poseído el evangelio del nuevo orden del mundo.“Usted sale en su pantallita de 21 pulgadas y aulla sobre América y democracia. No existe América. No existe la democracia. Sólo existe IBM, ITT y AT&T, y DuPont, Dow, Union Carbide y Exxon. Esas son las naciones del mundo hoy”, le grita. Beale es sólo un principiante. Jensen es el maestro. Antes que la película llegue a su trágica e inexorable conclusión, una sutíl línea de diálogo dispensada por un ejecutivo anónimo revela que Beale es una “corporación” bajo contrato. La compensación que deben pagar es un cálculo contractual sumado al costo de sacarlo del aire y del mundo terrenal con una certera bala. En vivo, por supuesto.

Nada que pueda escribir le haría justicia a las actuaciones del reparto. Además de Straight y Beatty, Robert Duvall brilla como un tiburón corporativo. Holden, viejo león de Hollywood, traslada el decoro de su veteranía a Schumacher. Peter Finch tiene el papel mas vistozo, gracias a la locura de Beale y lo teatral de sus sermones. Aprovecha las oportunidades. No en balde se llevó un Óscar póstumo por su actuación – falleció poco tiempo después de finalizar el rodaje.

Pero entre tanta excelencia actoral, mi favorita es Dunaway. Diana es un creación exquisita. Los demonios de la ambición han desdoblado su personalidad. Cuando ejerce su poder, emanana deliciosa villanía. Cuando un poco de humanidad atisba, le rompe el corazón. Vea como cuando Shcumacher rompe con Diana, ella trata de mantener la sangre fría. Pero al tomar una taza, no puede evitar que tiembre sobre la escudilla. Schumarcher dice: “Me necesitas, me necesitas urgentemente. Porque soy tu último contacto con la realidad humana. Te amo. Y ese doloroso amor en decadencia es lo único que te separada del vacío en que vives el resto del día”. Dunaway deja que la voz se le quiebre al responder “Entonces, no me dejes”. Es la única vez que se despoja de la coraza, y el efecto es devastador. Escenas como esta son las que empujan a los cinéfilos de cierta edad a pensar que ya no se escriben/actuan/filma películas como las de antes. Y la película esta llena de ellas.

La sátira operática de Lumet y Chayefsky es profética. Su alcance es global. Anticipan el triunfo del “infotainment” sobre la noticia dura. Y este no es un problema norteamericano. Sintonice algún noticiero hoy. Verá nota roja, números musicales y rifas; algún periodista que dispensa propaganda; “revolucionarios” que se venden con el celo de una marca comercial. Puro espectáculo y distracción. La película imagina la muerte como espectáculo en un escenario de pesadilla. Hoy es noticia de relleno para un día lento en la redacción. A 36 años de su estreno, “Network” es mas actual que nunca.

* “Network” está disponible en Netflix y en Blu Ray con subtítulos en español.

Deja un comentario