ESTRENO: «Curvas de la Vida» (Trouble with the Curve)
¡Eso fue rápido! Cuatro años después de «Gran Torino», Clint Eastwood rompe su promesa de no volver a actuar para asumir el rol protagónico en «Trouble with the Curve». Ya está en línea mi reseña, publicada en Confidencial.
Las tres razones de peso para ver el filme están en la foto. John Goodman tiene un pase de por vida, por su indeleble Walter Sobchak de «The Big Lebowski» (Joel & Ethan Coen, 1998). Amy Adams es una actriz efervescente capaz de mantenerse humana aún cuando las películas la idealizan. Eastwood esta haciendo poesía con el envejecimiento. Mi problema es que este nuevo melodrama deportivo es, él mismo, anticuado. Podría haberse filmado en los 70s. Me gusta creer que las películas no tienen género ni edad, pero definitivamente que esta está pitcheada a los mayores de 70 años. La claridad con que anuncia sus giros de trama es perfecta para lapsos de atención reducido – «¡Hey! El prospecto estrella es un patán, y el joven latino que humilla tira una bolsa de maní como si un partido de grandes ligas dependiera de ello. ¿Querrá eso decir algo? Hummmm….».
Si el Festival de Cine Francés es demasiado exótico para usted, «Crepúsculo: Amanecer, Parte 2» demasiado adolescente, y «El Origen de los Guardianes» demasiado infantil; supongo que «Curvas de la Vida» tiene servida a la audiencia adulta.
Eastwood cumple la promesa de su vejez, ya explotada en «Gran Torino». Viste la decrepitud con dignidad. No trata de pasar por joven, enfrascándose en aventuras llenas de hipérbole. Acaso tenga una ayuda extra con sus recientes apariciones en público. Este año se convirtió en pararrayos de la política norteamericana. Durante el Superbowl, apareció en un curioso anuncio de vehículos que muchos interpretaron como un llamado a apoyar la política del Presidente Obama. Esto fue corregido meses mas tarde, cuando ofreció un bizarro discurso en la noche culminante de la convención del partido republicano. Las políticas de Clint se inclinan a la derecha. Es el John Wayne del siglo XXI. Pero su discurso a una silla vacía, representando según él al presidente demócrata, fue legendariamente malo. Tan malo, que opacó al del candidato para el cual debía funcionar de antesala. Al día siguiente, todos los medios hablaban de Clint, no de Mitt.
Pero ya la elección norteamericana del 2012 quedó atrás. A pesar de Clint, Obama conserva su silla. El pistolero sin nombre es un hombre viejo. Se nota. Y a él no le importa.