«La Verdad Incómoda 2» y «Geostorm»
¡EL CLIMA ES UN DESASTRE!: «La Verdad Incómoda 2» y «Geo-tormenta»
Si quiere ir al cine para escapar de los efectos de la última onda tropical, sepa que puede ser que esté lloviendo más adentro que afuera. Dos películas de alto perfil aprovechan la crisis del cambio climático para apelar al favor de la audiencia. Sólo una de ellas amerita su atención.
Hace diez años, el ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, sonó la campanada de alerta sobre el cambio climático con “Una Verdad Incómoda”. El documental dirigido por Davis Guggenheim fue un fenómeno mundial. Recaudó mas de 23 millones de dólares en la taquilla norteamericana – nada despreciable para un documental, y particularmente uno descrito como una presentación de powerpoint en pantalla grande; y conquistó dos Óscares de la Academia. Algunos gobiernos compraron copias de la película para usarla en sus escuelas, como material didáctico. Es difícil medir el impacto del filme, pero si podemos decir que contribuyó a posicionar este problema en el imaginario popular. Lo precario de su forma se compensaba con la contundencia de su mensaje.
“La verdad Incómoda 2” se beneficia de no tener que explicar desde cero el problema. El guión, acreditado a Gore, encuentra un arco narrativo natural en las negociaciones previas a la firma del Acuerdos de París, con todo y giros sorpresas. La película hace un buen trabajo a la hora de recapitular la carrera del político convertido en activista, poniendo al día al público que quizás era demasiado joven – o no había nacido – para el drama electoral del año 2000, cuando se plegó a la decisión de la Corte Suprema de Justicia y cedió la silla presidencial al republicano Goerge W. Bush, después de un recuento imposible en el estado de Florida. En “La Verdad Incómoda 2” se sugiere que el revés lo redirige hace una causa mayor. Su trabajo concientizando por el medio ambiente se presenta como una extensión natural de su vocación de servicio público. Quizás ese es el subtexto más sorpresivo en la película: bajo la alarma ambiental, se esconde una vocación de servicio que le devolverá fé en los políticos – al menos, por el tiempo que dure la película.
La negativa de Nicaragua a firmar el acuerdo – recién corregida la semana pasada – no figura en la narrativa. Los dilemas del mundo en desarrollo, y las contradicciones con los paises desarrollados, se cristalizan a través de India. En un giro de película, Gore se presenta como el artífice de la maniobra resuelve el entuerto. “La verdad…” es transparente en sus maquinaciones estructurales: en el tercio inicial, Gore se reune con los burócratas indios que resienten ver como los paises ricos, después de gozar del combustible fósil por mas de un siglo, pretenden que ellos no lo utilizen para hacer lo propio. El episodio es indispensable para fundamentar el climax. Similarmente, invertimos tiempo en la formación de los activistas globales. En Paris, se revela que Christiana Figueres, Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), es egresada de los programas de formación fundados por Gore.
¡Al Gore va a salvar mundo! Podemos disculpar cierto nivel de culto a la personalidad, en una película hecho por el hombre que alguna vez declaró haber inventado el internet. Queda en evidencia que Gore está haciendo el trabajo que dice hacer. Las cámaras lo siguen a las Filipinas, hasta el sitio de una tormenta cataclísmica, y reconforta a los sobrevivientes. Busca evidencias en su propio traspatio, visitando en Miami las zonas inundadas por el agua de mar que invade las alcantarillas de la ciudad, gobernada por un republicano famoso por pertenecer a la facción que niega las evidencias científicas del cambio climático. Después de exaltarse en una presentación, Gore pide disculpas por su exceso de emoción. No debería, es contagiosa. Y más necesaria que nunca, considerando el retroceso que representa la presidencia de Donald Trump.
Lástima que la película pasó fugazmente por el cine. Tendra que esperar a que aparezca en las plataformas de streaming. Apenas se proyectó durante una semana, en dos tandas nocturnas por día. Es encomiable que la hayan programado del todo, pero queda pendiente un esfuerzo más agresivo de promoción. No basta con que el poster figure en el sitio web, y se mencione un par de veces en la página de Facebook. Por género, formato y tema, la película enfrenta mucha resistencia. En la tanda que asistí, de 10 personas, cuatro abandonaron la sala después de unos 20 minutos, después de pasar comiendo nachos, conversando y viendo sus teléfonos incesantemente. Ni siquiera le dieron chance al filme. Al día siguiente, quiso la suerte que fuera a ver otra película al medio día. Era el último día de proyección del documental. En el lobby, se agolpaba un nutrido grupo de estudiantes de secundaria de un colegio privado capitalino. Eran tantos, que era evidente que se trataba de un viaje de campo institucional. ¡Seguro venían a ver “La Verdad Incómoda 2”! Pues…no. Un empleado del cine me confirmó que iban a ver “Línea Mortal”. Creo que los «profes» no hicieron su tarea.
El clima también está en la mente de Dean Devlin, director de “Geo-Tormenta”, un lastimoso ejercicio de cine-desastre. El productor de “El Día de la Indepencia” debuta trás la cámara con un esfuerzo que hace que ese esperpento marciano parezca “Ciudadano Kane”. La premisa monta incongruencia sobre tragedia: en un futuro cercano, para revertir los efectos del cambio global, la humanidad se ha unido para crear una red de satelites que manipulan el clima, desde una estación espacial construida por Gerad Butler. El problema está en que alguien hackea el sistema, provocando cataclismos ambientales micro-localizados – como una tormenta de nieve en medio del desierto, que congela a una tribu de beduinos -. Pero esta es solo la antesala del evento principal, ¡una “geo-tormenta” que cubrirá todo el planeta! O algo así. Butler, y una tripulación internacional que garantiza estrenos teatrales alrededor del mundo, tienen que descubrir al culpable y detenerlo antes de que sea demasiado tarde. El grupo incluye a la alemana Alexandra Maria-Lara, el mexicano Eugenio Derbez, y el cubano-americano Andy Garcia.
Las escenas de destrucción son breves pero apropiadamente hiperbólicas. El poblema está en que Devlin no se toma la molestia de delineas personajes que puedan involucrarnos emocionalmente en los desastres que construye a punta de animación computarizada. Eso se consigue con estrellas reconocibles, que no necesiten mas de un par de escenas para engancharnos. Compare con la reciente “San Andreas” (Brad Peyton, 2015), donde alguien tuv o el buen sentido de introducir a Kyle Minogue sólo para tirarla desde lo alto de un rascacielos. Aquí, los actores de verdad se desperdician en una pálida intriga, y el aburrido drama de discordia filial entre Butler y Jim Sturgess, como su hermano, un funcionario del departamento de estado.
Por supuesto que “Geo-Storm” sigue en cartelera, por tercera semana, con una taquilla saludable. Si el cambio climático nos extermina, será porque lo merecemos.