Vince Vaughn archivos - Cine Qua Non https://juancarlosampie.com/tag/vince-vaughn/ Reflexiones sobre cine y cultura popular, de Juan Carlos Ampié Mon, 22 Jan 2018 22:57:47 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 82536768 “BRAWL IN CELL BLOCK 99” (S.Craig Zahler, 2017) https://juancarlosampie.com/brawl-in-cell-block-99-s-craig-zahler-2017/ https://juancarlosampie.com/brawl-in-cell-block-99-s-craig-zahler-2017/#respond Sun, 14 Jan 2018 21:34:18 +0000 http://juancarlosampie.com/?p=1327 “Brawl in Cell Block 99” es la película de acción más demente que he visto en años. Digo eso en sentido positivo. El filme de S. Craig Zahler es tan idiosincrático, que cayó entre las grietas del sistema de distribución comercial. Tuvo exhibición teatral limitada en EEUU, y ya esta rondando en los servicios de streaming, dejando a su paso una estela de sangre, tejidos blandos y masa encefálica. Al principio, su premisa es bastante común. Bradley Thomas (Vince Vaughn)...

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Vince Vaughn cierra la boca y habla con los puños en «Brawl in Cell Block 99»

“Brawl in Cell Block 99” es la película de acción más demente que he visto en años. Digo eso en sentido positivo. El filme de S. Craig Zahler es tan idiosincrático, que cayó entre las grietas del sistema de distribución comercial. Tuvo exhibición teatral limitada en EEUU, y ya esta rondando en los servicios de streaming, dejando a su paso una estela de sangre, tejidos blandos y masa encefálica.

Al principio, su premisa es bastante común. Bradley Thomas (Vince Vaughn) trabaja en un taller de automecánica. Nos lo presentan manejando una grúa, llevando un carro a reparar. Pero hay algo en su disposición, intensa y lacónica, que lo delata como un hombre con un pasado complicado. Sin mucha ceremonia, cuando llega a su destino, es despedido por su jefe. Al llegar a casa, descubre que su esposa, Lauren (Jennifer Carpenter) le es infiel. Desata su ira sobre su coche, antes de conversar con ella. Así sabemos que Bradley es capaz de infligir daño físico, pero opera bajo un tácitos principios morales. Puede ser un matón, pero pero tiene el corazón en el lugar correcto.

De entrada, la película contradice las reglas del filme de acción taquillero. Con el despido y la infidelidad, el héroe es emasculado por partida doble. Y para terminar de contradecir las expectativas, en una tersa conversación, Bradley perdona la transgresión de Lauren. Queda patente que, como adictos en recuperación, ambos son vulnerables. El distanciamiento de la pareja ocurre porque meses atrás, ella sufrió un aborto espontáneo. El luto parece envolver no solo a los personajes, sino a toda la película, fotografiada en tonos frios y azules. En este punto de inflexión, Bradley decide volver a su vieja vida, traficando drogas para Gil (Marc Blucas). Es la única manera en que puede construir la vida que ambiciona para su familia.

Carpenter y Vaughn disfrutan la calma antes de la tormenta.

La película salta 18 meses en el tiempo. Re encontramos a Gil ejecutando sus labores de correo con minuciosidad. Lauren esta embarazada, y viven en un típico palacete de clase media norteamericana, que contrasta con la modesta casa donde tuvo lugar la decisiva conversación anterior. Si el hogar anterior tenía fotos viejas y objetos personales, el nuevo se ve impersonal y antiséptico. Como si ellos hubieran comprado una casa modelo, o vivieran dentro de un catálogo de decoración. La disonancia entre sujeto y ambiente anticipa que no pertenecen realmente a este espacio, o que no lo ocuparan por mucho tiempo.

Gil convoca a Bradley para asignarle un nuevo trabajo: recogerán un cargamento de droga para un nuevo socio, el narcotraficante mexicano Eleazar (Dion Mucciacito). El problema está en que Brad está acostumbrado a trabajar solo. No confía en los lugartenientes de Eleazar, el masivo Roman (Geno Segers) y el menudo Pedro (Victor Almanzar). Para convencerlo, Gil promete tres meses de permiso parental cuando Lauren dé a luz. A pesar de su estoicismo, Bradley es un buenazo. Por eso, termina navegando una noche en un bote, tratando de recuperar del fondo del mar un baul repleto de droga.

Sus presentimientos se convierten en realidad. La policía irrumpe en la escena, torciendo la alianza criminal. Bradley debe proteger la identidad de su jefe, matando a sus secuaces. El tiroteo lo deja encarrilado hacia la cárcel, donde una pugna de poder lo empujará a límites insospechados. Eleazar secuestra a Laure y amenaza con matarla, después de torturarla, a ella y al feto en sus entrañas. Para compensar por la pérdida millonaria, Bradley tiene que matar a un viejo enemigo del capo recluido en una prisión de máxima seguridad. ¿Como logrará nuestro anti-héroe que lo envíen al lugar correcto? Tendrá que ver el filme para descubrirlo, pero puedo anticipar que implica mucha, mucha violencia.

El elemento más distintivo de “Brawl…” es la paciencia del director S. Craig Zahler a la hora de construir su historia. El ritmo es deliberadamente lento y contemplativo. Cuando se presentan las secuencias de acción, favorece tomas abiertas y largas, que muestran claramente el atleticismo de Vaughn, y una coreografía clara y certera en su ballet de violencia. Inscribiéndose firmemente en la tradición amarillista, no se exime de presentar los efectos inmediatos de la fuerza en tomas breves pero certeras. El efecto es grotesco y electrizante. Bien puede discernir las manipulaciones de maquillaje y prótesis, pero esa viene más de la incredulidad que de la certeza. ¿Cómo se vería la cara de alguién después de que lo arrastren por dos metros presionándola contra el concreto? Si usted es muy sensible a imágenes violentas, esta película no es para usted.

El pretendido realismo que impera hasta que llegamos a la prisión se tira por la borda cuando Bradley es trasladado a Redfield, la prisión de máxima seguridad donde debe ejecutar la tarea impuesta por Eleazar. El complejo carcelario parece un castillo medieval donde todos los espacios pueden funcionar como sala de torturas. El esquema de color pasa de tonos fríos a cálidos, como si entráramos a la caldera del infierno. El lugar es gobernado por al alcaide Tuggs (Don Johnson). Él y sus subalternos visten uniformes que recuerdan a la SS del Tercer Reich. Los teléfonos celulares parecen confirmar que estamos en la época actual, pero todos los autos parecen estar sintonizando una estación de radio que solo toca música soul y funk de los 70. Es una sorpresa descubrir, en los créditos finales, que todas las canciones no son clásicos de la época, solo suena como que lo fueran. Zahler, además de escribir y dirigir, compuso los temas, y tuvo el atino de reclutar a los vocalistas de Eddie Lever y Walter Williams de The O’Jays; y Butch Tavares, del grupo homónimo para grabarlas. Por eso suenan tan auténticas. El efecto acumulado de todas estas pistas desorienta, de la mejor manera posible. Nos dice que estamos habitando un plano casi mítico.

Cuando Udo Kier llama, nunca son buenas noticias.

“Brawl…es un triunfo de casting. Vaughn, acostumbrado a navegar en comedias usando como combustible su locuacidad, sorprende como hombre de acción de pocas palabras. Johnson se regodea en el contraste con su pasado de héroe en la serie “Miami Vice”. De hecho, cada personaje, sin importar cuán breve sea su aparición, es interpretado por un actor o actriz de sólida presencia. Cada uno reclama vida más allá de su fugaz cruce en el camino de Bradley. Podría hacerse otra película con Lefty (Willie C. Cooper), el preso veterano que le sirve de guía a Bradley. Note como siembran anticipación ante el encuentro con la trabajadora social Denise (Pooja Kumar), y como este termina siendo desvirtuado por un giro de la trama. Sin embargo, la presencia de Kumar, aunque breve, es sustancial. Es como si cada personaje viene cargado de posibilidades que quedan flotando en el ambiente. Lo fans de la serie de culto “Buffy La Cazavampiros” se sorprenderán al identificar en Gil a Marc Blucas, el agente Riley Finn que se destacó como interés romántico de la heroína una vez que el vampiro Angel (David Boreanaz) migró a su propia serie. El actor alemán Udo Kier despliega su electrizante energía negativa como el abogado que sirve de mensajero a Eleazar. Cuando se hace acompañar del silencioso abortista coreano, la pareja dispareja arrastra consigo la siniestra hilaridad de los personajes más memorables de Quentin Tarantino.

Vino de los 70s: el poster emula el estilo de los filmes «exploitation» de esa década.

La puesta en escena funciona a fuego lento, con espíritu decididamente anticuado. Las tomas son largas, la edición es clara. No verá aquí montajes cortados a la velocidad del rayo, donde el espectador percibe cierta sensación de caos y acción, sin saber exactamente quien le hizo que a quien, y cuando. “Brawl…” es tan clara en visión como en sus intenciones: darnos un shock que eleva la adrenalina. Su estilo es tan contrario al imperante en productos de este género, su visión tan excéntrica y obtusa, que no es una sorpresa que haya sido invisibilizada por el estudio. Seguro que no sabía como mercadearla. La hipérbole de las franquicias de súperheroes, y los trucos que desafían las leyes de la física en “Rápido y Furioso” se encuentran en otro planeta. La violenta acción de “Brawl…” es directa, íntima y personal.

Sin embargo, si usted es fanático de la acción, tiene que buscarla a como dé lugar. Desde su inicio contemplativo hasta su lapidario desenlace, “Brawl in Cell Block 99” es un buen candidato a filme de culto. Para mi fue todo un descubrimiento, y ahora elevaré la prioridad de “Bone Tomahawk”, la película anterior de Zhaler que está disponible en Netflix.

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ESTRENO: «Vecinos Cercanos del Tercer Tipo» (The Watch) https://juancarlosampie.com/estreno-vecinos-cercanos-del-tercer-tipo-the-watch/ https://juancarlosampie.com/estreno-vecinos-cercanos-del-tercer-tipo-the-watch/#respond Sun, 09 Dec 2012 20:13:09 +0000 http://juancarlosampie.wordpress.com/?p=401 “Vecinos Cercanos del Tercer Tipo” es una comedia vulgar y desechable. Puede leer mi reseña publicada en la revista DOMINGO del diario LA PRENSA aquí. Los límites de espacio no me permitieron tocar un tema foráneo a la película, pero curiosamente conectado con su contenido.  Por pura casualidad, quedó atrapada en un crisis de relaciones públicas. La noche del 26 de febrero de este año, en un suburbio de Miami, Trevyon Martin, un adolescente de 17 años de raza negra,...

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«Vecinos Cercanos»: cualquier alusión a «Encuentros Cercanos del Tercer Tipo» es un insulto a Spielberg.

“Vecinos Cercanos del Tercer Tipo” es una comedia vulgar y desechable. Puede leer mi reseña publicada en la revista DOMINGO del diario LA PRENSA aquí. Los límites de espacio no me permitieron tocar un tema foráneo a la película, pero curiosamente conectado con su contenido.

 Por pura casualidad, quedó atrapada en un crisis de relaciones públicas. La noche del 26 de febrero de este año, en un suburbio de Miami, Trevyon Martin, un adolescente de 17 años de raza negra, fue asesinado por George Zimmerman, un hispanoamericano blanco. El muchacho caminaba por el vecindario habitado por blancos e hispanos para acortar la ruta a su casa de habitación. Aparentemente Zimmerman, azuzado por prejuicios raciales, confrontó al muchacho. En la discusión, le disparó a quemarropa cegándo su vida. El trágico caso cristaliza las tensiones raciales que en pleno siglo XXI, aún ebullen en Estados Unidos. El presidente Obama dijo en un conmovedora declaración, que si tuviera un hijo varón, se parecería al muchacho asesinado. 

¿Donde esta la conexión con la película? Pues bien, la defensa de Zimmerman recurrió a la figura de la “Vigilancia Vecinal” para justificar las acciones del hechor. El título original de la película era “Neighborhood Watch”, y todo su marketing estaba orientado a resaltar ese hijo de la trama. Lo último que quieres a la hora de promover una comedia, es que alguien la asocie con un crimen racial. El título se cambió a “The Watch” y el marketing fue re-diseñado para destacar los elementos de ciencia ficción de la trama, ya no los de violencia gráfica. 

Uno de los efectos de la sensibilización cultural en la sociedad norteamericana ha sido la desaparición de los villanos de cajón en Hollywood. La guerra fría permitió que durante décadas, los comunistas fueran los malos-todo-propósito. En los albores del cine, la clásica “Birth of a Nation” (D.W. Griffith, 1915), glorificaba al Ku-Klux-Klan y servía como piscópata violador a un esclavo negro liberado. La clave está en la diferencia. Todo lo que es distinto y ajeno, acarrea consigo recelo. Es un proceso de anti-identificación. Los prejuicios ofrecen atajos para decodificar la película y asignar rápidamente simpatías. A medida que el público se vuelve mas culto, educado y abierto a otras culturas, se produce un cortocircuito en el orden establecido. Los creadores de películas deben trabajar mas y crear personajes mas complejos, en los que raza y nacionalidad no sea factor de villanía.

Excepto en el plano de la fantasía. Nadie va a defender los derechos de los alienígenas. Sin embargo, la violencia hacia lo diferente esta siempre ahi. Si llega a ver “Vecinos Cercanos…” – deje de leer si piensa verla, y sigue después -, verá como sus realizadores se aprovechan de los resabios de racismo y xenofobia que aún pululan en el subconciente de la audiencia. El vecino mas sospechoso de ser “el malo” es caricaturescamente afeminado. La película revela eventualmente que sólo es un entusiasta de las orgías, pero para ese entonces, ya lo utilizó como objeto de escarnio y burla. El alienígena infiltrado resulta ser el único personaje negro de la película. Tiene un nombre ridículo – Jamarcus – y acento británico. Entre ellos dos, la película recure a homofóbia, racismo y xenofobia como combustible cómico.

Y muy en el fondo, esta el miedo al inmigrante. La primera víctima de los alienígenas es un hispano que acaba de convertirse en ciudadano norteamericano. No es digno de vivir como tal. También acarrea consigo un cabo suelto de la trama: para celebrar, se ha hecho un tatuaje con la leyenda “Proud to be American”. Eventualmente, se revela que los alienígenas despellejan a sus víctimas para “vestirse” como humanos e insertarse subrepticiamente en la sociedad. La escena entre el vigilante y Ben Stiller se alarga para enseñar el tatuaje. Uno creería que volvería a aparecer, como elemento revelatorio. Pero no es ese el caso.

También tenemos el miedo a la mujer, y a su sexualidad. La hombría del protagonista interpretado por Ben Stiller está en veremos porque es estéril. Le da miedo defraudar a su mujer, y no le dice nada, dejándola que salte por aros de fuego, monitoreando sus ciclos de ovulación. De remate, sus amigos del escuadrón de vigilancia exhiben características de macho-alfa: Vince Vaugh en un fanático de deportes hiper-seguro de sí mismo. Jonah Hill es un belicoso fanático de las armas. Y Richard Ayoade – el famoso Jamarcus – resulta ser un super dotado sexual. Esto está a tono con la obsesión falocéntrica del filme. El némesis de Vaugh es el novio de su hija, un patán cuya sobredotación en el departamento genital es remarcada constantemente. Además, el punto débil de los invasores resulta ser el pene. Aguanta bala en cualquier parte del cuepo sin detenerse, pero un solo tiro al paquete acaba con ellos. La película es tan torpe narrativamente que Jamarcus tiene que aparecer de la nada en la recta final, revelando su verdadera naturaleza, asegurando su alianza con los humanos, y dispensando esta pieza crucial de información. Todo en una sola escena.

 Hay una gran disonancia entre el tono cómico y la violencia brutal con que se despacha a los alienígenas. Especialmente cuando uno se da cuenta que son una suplantación simbólica para todos los “extraños” que atentan contra la integridad del macho blanco: gays, inmigrantes, gente de otras razas, etc. No creo que la película se este burlando de estos prejuicios. Los está aprovechando, mientras los dan sus últimas patadas de ahogado en la mente del público.

 

 

 

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