Netflix Latinoamerica archivos - Cine Qua Non https://juancarlosampie.com/tag/netflix-latinoamerica/ Reflexiones sobre cine y cultura popular, de Juan Carlos Ampié Tue, 05 Aug 2025 17:56:42 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.2 82536768 Orson Welles en Netflix: la antesala de «El Otro Lado del Viento» https://juancarlosampie.com/orson-welles-en-netflix-la-antesala-de-el-otro-lado-del-viento/ Mon, 08 Oct 2018 18:09:34 +0000 http://juancarlosampie.com/?p=2238 El Festival de Cine de Venecia 2018 sirvió de escenario para el estreno de “The Other Side of the Wind”, una nueva película de Orson Welles. 33 años después de su muerte, el enfant terrible vuelve a dar de que hablar con un proyecto inconcluso, que filmó a inicios de los 70 y que en vida, nunca pudo completar. Alrededor de 100 horas de material en bruto permanecieron embodegadas durante casi 4 décadas, sin editarse, rehenes de la ambición y...

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Hank Quinlad (Welles), el policía corrupto de «Sed de Mal»

El Festival de Cine de Venecia 2018 sirvió de escenario para el estreno de “The Other Side of the Wind”, una nueva película de Orson Welles. 33 años después de su muerte, el enfant terrible vuelve a dar de que hablar con un proyecto inconcluso, que filmó a inicios de los 70 y que en vida, nunca pudo completar. Alrededor de 100 horas de material en bruto permanecieron embodegadas durante casi 4 décadas, sin editarse, rehenes de la ambición y la lucha de poder entre dueños, financieros, conglomerados mediáticos y herederos. En su búsqueda de bona fides en el mundo de la cinefília, Netflix dedicó todos sus recursos a llevarlo a término. La película estará disponible a través de la plataforma de streaming a partir del 2 de noviembre para verlo. Mientras tanto, como ante sala, puede revisitar – o experimentar por primera vez, que nunca es tarde – dos películas del creador de “Ciudadano Kane” (1941).

Suspenso para las masas

“El Extraño” (1946) es un thriller típico de la posguerra. Welles dirige y protagoniza como un anti-héroe clásico: el profesor Charles Rankin es un alto mando nazi, que ha logrado infiltrarse en un enclave burgués del noreste de EEUU. Ejerce como profesor de historia en una exclusiva escuela de internado para los hijos de la clase privilegiada, y está a punto de casarse con Mary Longstreet (Loretta Young), quien no solo es una mujer de bien que lo ama – o ama la simulación que él ha creado-. También es la hija de un magistrado de la Corte Suprema de Justicia. Por matrimonio, el autor de la “solución final” encontrará una especie de coartada política que le garantizará impunidad de por vida. Al menos, eso es lo que él cree. Meineke (Konstantin Shayne), un viejo compañero de armas que ha escapado de prisión, aparece el peor día posible, con un mensaje apremiante. Rankin no sabe que detrás de él, viene el inspector Wilson (Edward G. Robinson), un implacable cazador de criminales de guerra. 

Robinson, Young, Welles y reloj fatídico, posan en foto promocional de «El Extraño»

A pesar de ser considerado un trabajo menor en la filmografía de Welles, es fascinante ver como aún en un producto convencional, el director marca los elementos de su estilo. Tome nota de los sinuosos movimientos de cámara que siguen a los personajes desplazándose en el espacio, convirtiendo al espectador en una especie de observador activo de los hechos. El foco a profundidad se luce a la hora de retratar los espacios, dándoles un palpable sentido de realidad – la acción se desarrolla en Nueva Inglaterra, pero todos los escenarios fueron recreados en un estudio de Hollywood. El guión aprovecha al máximo la dinámica de los crecientes obstáculos, pero mantiene el suspenso a costa de las motivaciones de los personajes. El personaje de Mary es el que más sufre, en ese sentido. En lugar de conservar en secreto la identidad de Rankin, el guión lo desenmascara ante su esposa a medio camino, emplazándola a transgredir sus principios para salvar al hombre que ama. Es una decisión narrativa audaz, pero pareciera que faltan escenas que justifican sus reacciones, dramatizando de alguna manera el poder de su conexión erótica con su esposo impostor.

¡Me casé con un nazi!: Welles y Young ponen a prueba el lazo matrimonial

Un repaso a la convulsa historia detrás de la producción del extraño confirma que sí faltan escenas. La productora International Pictures contrató a un editor que recortó unos 30 minutos de material, sin la autorización del director. Es el tipo de indignidad que Welles sufrió constantemente a lo largo de su carrera. Entre las escenas perdidas, se encuentra la conclusión de una secuencia centrada en la actriz nicaragüense Lilian Molieri. Su personaje no tiene nombre. Es una agente encubierta que sigue los pasos de Maineke en una ciudad portuaria, en un país hispanoparlante no determinado. Aún cuando el filme es delicioso, uno no puede dejar de preguntarse como habría sido si hubiera tenido derecho a corte final…y como habría influido en la carrera de Molieri.

La esencia del film noir

Por lo menos, la genialidad de “Sed de Mal” (1958) ha sido rescatada. Netflix ofrece la versión restaurada en 1998, usando las notas del director y escenas guardadas en una bóveda. El cambio más importante restaura la visión del director, y revierte una de las decisiones más miopes en la historia de Hollywood. Welles quería iniciar la película con una asombrosa, larga toma de tres minutos y 29 segundos de duración. La cámara muestra como alguien mete una bomba en la valijera de un convertible. Un hombre y una mujer suben al vehículo y recorren las calles nocturnas de una ciudad fronteriza de México. Se detienen en los cruces de calle cuando los policías dan vía a transeúntes y ganado. En una de esas encrucijadas, la atención se desvía una pareja: son el inspector Víctor Vargas (Charlton Heston) y su esposa, Susan (Janet Leigh), recién casados que regresan a su hotel. Volvemos a encontrar el fatídico automóvil en la cabina migratoria. Después de cumplir el trámite, el auto cruza a territorio estadounidense y explota. Es una de las secuencias mejor articuladas en la historia del cine, pero quedó deslucida cuando el estudio decidió imprimir sobre ella los créditos de la película. La restauración deja la película limpia ante nuestros ojos, y relega los títulos para el final, según los deseos del director. 

Leigh y Heston son el paradigma de la decencia

“Sed de Mal” es una febril destilación de film noir, concentrando todo el poder estético del género. La cinematografía de alto contraste de Russell Metty le da un matiz de perdición a las cantinas, lupanares y hoteles de mala muerte que sirven de escenario a la intriga: el motivo del atentado y la identidad del autor se cruzan con la vendetta que el sindicato criminal de la familia Grandi quiere infligir en Vargas – Akim Tamiroff devora el escenario como el capo -. En el lado gringo de la frontera, Vargas chocará con los métodos corruptos del capitán de policía Hank Quinland (Welles). Las respuestas llegan, pero son menos importantes que la atmósfera, húmeda y sofocante. Cada escena destila la esencia de la corrupción, y la hace intoxicante y atractiva.

Algunos cambios culturales envejecen al filme. La perdición implícita en el consumo de marihuana ya no es tan chocante, desde que su uso recreativo y medicinal se ha legalizado en varios países. Charlton Heston y Marlene Dietrich interpretan a mexicanos, con maquillaje moreno oscureciéndoles la tez. Pero no deje que eso se interponga en su disfrute de la película. Ese despliegue de apropiación cultural era común en la época. En realidad, Welles era bastante progresista – entre sus más célebres producciones teatrales, se destaca un montaje de “Macbeth” con actores negros – . Vargas es un paradigma de eficiencia y rectitud. Su matrimonio interracial con Susan, caracterizada como una mujer fuerte y autosuficiente, se presenta sin apologías. Sus adversarios en la policía son condescendientes y racistas, confirmándonos donde residen las simpatías del director. El casting de Heston, apartando la calidad del actor, si queremos trascender al plano racial, tiene que ver con la viabilidad misma del proyecto. Si queremos ser literales, a finales de los 50, el único actor latino activo en Hollywood que podría haber encajado en el papel era Ricardo Montalván, y no existen reportes de que hubiera sido considerado para el papel.

Mexicana vía Berlin: Dietrich lee el futuro

Aunque Susan se define por su status matrimonial, la trama aleja insistentemente de su esposo, obligándola a enfrentarse a los avances de Vargas y sus secuaces. Janet Leigh es magnífica en su papel, dándole a Susan agencia personal, evitando que caiga en el estereotipo de la damisela en apuros.

La herencia del mal

La perspectiva que nos da el tiempo añade otro nivel de entretenimiento a la película. Es divertido identificar como, y a quienes, ha influido Welles. El tono exaltado, casi histérico de las interpretaciones de personajes secundarios – pandilleros, criminales y marginales – recuerda a David Lynch. En él también encontramos la dramatización de una confrontación entre el bien y el mal. La proeza de puesta en escena de la larga toma introductoria informa trabajos posteriores de Stanley Kubrick, Robert Altman y Brian De Palma. Pero no es el único momento que debería ser estudiado. Tome nota de dos escenas que tienen lugar en el apartamento de la hija del hombre que ha muerto en la explosión. Ambas, se desarrollan en una sola toma. La primera, dura 5´24. La segunda, 5´30. En cada una, la cámara observa como si fuera una persona más en el cuarto. Se mueve poco, mientras los personajes entran y salen del encuadre, cambiando así el punto focal de atención del espectador. La coreografía es tan intrincada como en la primera escena de la película, pero la limitación física del espacio y la cercanía del sujeto con la cámara imprimen una inquietante sensación de claustrofobia. Estamos ahí, atrapados con ellos. Los rostros sudorosos llenan la pantalla, delatando sentimientos y prejuicios internos. Son momentos teatrales y cinemáticos a la vez.

Welles y Heston: evidencia de una sola toma

Es una lástima que Netflix no haya conseguido más películas de Welles para incluir en su catálogo – prueba de que la promesa de un futuro donde todo este disponible para streaming jamás se convertirá en realidad. Afortunadamente, en ningún momento de la historia ha sido más fácil acceder al cine de Welles.  La colección Criterion tiene disponibles fantásticas ediciones de “Los Magníficos Ambersons”, “Campanadas de Medianoche”, “Othello” y “F de Falso”. “La Dama de Shanghai”, “Ciudadano Kane” y “Macbeth” son ofrecidas por otros distribuidores. Necesitará un reproductor de formato europeo para ver “El Juicio”, hasta ahora, sólo disponible en una edición de origen francés. Aunque puede ser oneroso, al menos es posible verlas. Y a partir del 2 de noviembre, podremos ver “El Otro Lado del Viento”. No estaba supuesto a pasar. Pero helo aquí.

  • «El Extaño» (The Stranger) y «Sed de Mal» (Touch of Evil) están disponibles en Netflix 

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«THE CLOVERFIELD PARADOX»: EL TOUCHDOWN DE NETFLIX https://juancarlosampie.com/the-cloverfield-paradox-el-touchdown-de-netflix/ Tue, 06 Feb 2018 23:00:10 +0000 http://juancarlosampie.com/?p=1404 Olvídense de los Eagles y los Patriots. Si alguien ganó el Superbowl, fue Netflix. El evento cumbre del deporte estadounidense acapara tantos televidentes, que ha desarrollado una competencia paralela en sus cortes comerciales. Las empresas pagan astronómicas sumas de dinero para anunciarse durante el evento, produciendo anuncios especiales para la ocasión. Este año, el gigante de streaming se robó la noche. Primero, porque anunció su adquisición de “The Cloverfiel Paradox”, la nueva película en el “universo” creado por JJ Abrams....

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Gugu Math-Raw merece más y mejores películas que «The Cloverfield Complex»

Olvídense de los Eagles y los Patriots. Si alguien ganó el Superbowl, fue Netflix. El evento cumbre del deporte estadounidense acapara tantos televidentes, que ha desarrollado una competencia paralela en sus cortes comerciales. Las empresas pagan astronómicas sumas de dinero para anunciarse durante el evento, produciendo anuncios especiales para la ocasión. Este año, el gigante de streaming se robó la noche. Primero, porque anunció su adquisición de “The Cloverfiel Paradox”, la nueva película en el “universo” creado por JJ Abrams. Segundo, porque cerró el anuncio revelando que estaría disponible para verse esa misma noche, tan pronto como terminara el juego.

En un mundo definido por anuncios de Marvel, revelando títulos con años de antelación, “Cloverfield” es una criatura extraña. Cultiva la secretividad y la sorpresa. Su primera manifestación apareció hace 10 años. La primera película se anunciaba con imágenes de video casero tomado en una fiesta de despedida para Rob, un joven profesional a punto de irse a trabajar a Japón. En un espacioso apartamento newyorkino, sus amigos beben, bailan y graban mensajes para él hablándole directamente a la cámara. La algarabía se interrumpe con una serie de explosiones y un apagón. ¿Es un terremoto? ¿Un ataque terrorista? Los muchachos salen a la calle, donde una multitud huye desesperada. De repente, alguien – o algo – lanza un proyectil que rebota en un edificio antes de caer rodando por la calle. Es la cabeza de la estatua de la libertad.

El trailer es una pequeña obra maestra de la manipulación, no ofrecía ninguna otra estrella más que el productor, JJ Abrams. Para ese entonces, su especialidad eran las series de televisión. Se había hecho famoso con el drama juvenil “Felicity” (1998-2002). La enigmática serie “Lost” (2004-2010), en ese entonces en el aire, estaba más cerca del fenómeno de “Cloverfield”. Nadie sabía exactamente de que se trataba. Cuando el filme se estrenó, se reveló como un ejercicio de ciencia ficción que se apropiaba de la estética del video personal para contar su historia. La película estaba compuesta por las grabaciones hechas por uno de los protagonistas con su propia cámara, la misma que estaba usando para registrar la fiesta de despedida. Era “The Blair Witch Project” para la era del reality show. La acción se registraba en algo parecido al tiempo real, con el grupo de amigos tratando de huir de creaturas extraterrestres. Uno a uno caían, en un arco narrativo violento y desesperanzador.

La película costó unos 25 millones de dólares, y cosechó 80 millones solo en Estados Unidos. A eso, debe sumarle su carácter sensacional. Todo el mundo hablaba del fenómeno. Era de esperarse una secuela, pero incluso ahí, Abrams marchó al ritmo de su propio tambor. Cerró la serie “Lost” y abrió “Fringe”. En la pantalla grande, asumió la tarea de reiniciar la franquicia de “Start Trek” (2009) y homenajeó a Spielberg con “Super 8”(2011). Pero guardó el silencio de los sepulcros con “Cloverfield”. El director Matt Reeves reconfiguró el filme sueco de horror “Let the Right One In” (Tomas Alfredsson, 2008) para el público norteamericano, en “Let me In” (2011). Eventualmente, pasó a tomar las riendas de la franquicia de “El Planeta de los Simios”. No importaba, realmente, porque Abrams consiguió que él mismo, como productor, fuera visto como la estrella, la principal fuerza creativa asociada al producto.

No fue sino hasta 2016, que “Cloverfield” volvió a atacar. Sin previo aviso, se estrenó una película titulada “10 Cloverfield Lane”, dirigida por el novato Dan Trachtenberg. Era su primer largometraje, después de dos cortos y un episodio de serie de TV. Mary Elizabeth Winstead interpreta a una joven que después de sufrir un accidente automovilístico, despierta apresada en un bunker subterráneo con dos desconocidos. Uno de ellos es Howard (John Goodman), el dueño de la propiedad, que bien puede estar loco. La película se desarrolla como una intensa pieza de horror claustrofóbico, y se beneficia de las excelentes antuaciones de Winstead y Goodman. La conexión con la película anterior no se hace explícita hasta el final, pero pulsa en el fondo de la cabeza del espectador durante todo el metraje. Las dos películas suponen además un estudio de contrastes: la primera diluía su atención en un amplio grupo de actores cuya presencia apenas podíamos registran antes que sucumbieran a los monstruos, mientras corrian por toda la ciudad. En la segunda, estamos encerrados en dos cuartos con tres personas, y el monstruo es reconociblemente humano. Una vez más, la incertidumbre es parte del paquete. Se dice que el proyecto nació fuera de la mitología de “Cloverfield”, filmado bajo el título “Valencia”. Sobre la marcha, los realizadores encontraron la manera de insertarlo en la supra-narrativa. Por supuesto que Abrams no se ha aclarado el asunto.

Ahora, nos llega “The Cloverfield Complex”. Una vez más, se dice que la película comenzó como un proyecto separado. Su título en producción era “The God Particle”. Lo que si es cierto es que tenía problemas. La película fue filmada en 2016, pero el estudio la mantuvo engavetada, previendo que no recuperaría los $40 millones de su presupesto si la lanzaba teatralmente. 2017 fue uno de los peores años en la historia de Paramount, con todos su productos de pretensiones taquilleras quedándose cortos en sus recaudaciones. De remate, experimentaron un cambio de dirección. Los nuevos ejecutivos tratan de desacerse de la herencia de sus antecesores. En este borrón y cuenta nueva, Netflix aparece como un salvador, comprando un producto fallido, y reconstituyéndolo en un genuino fenómeno mediático.

Existe una especie de meritocracia en los sistemas de distribución de películas. La exhibición teatral sigue siendo el nivel superior. El estreno por canales de cable premium le sigue en estimación. Bajando un peldaño, encontramos la etiqueta “directo a video”, que antes significaba “VHS” o “DVD”, y ahora se traduce en streaming. Aún en esta división hay zonas grises, si tomamos en cuenta que Netflix y Amazon han establecido un sistema híbrido, financiando películas que son estrenadas en cines de EEUU y aparecen unos meses después como contenido exclusivo en sus plataformas. En estos casos, el estreno teatral no es solo una concesión al pasado. Posiciona a la película para recibir nominaciones al Óscar.

No importa donde la vea, “The Cloverfield Paradox” es problemática, y definitivamente la más floja de la franquicia. Tiene a su favor un reparto multi-nacional y carismático, que logra crear la ilusión de que vale la pena navegar las incongruencias de la trama. En un tiempo indeterminado, el mundo se sacude por una crisis energética que nos tiene al borde de la guerra. Una misión espacial multinacional lanza una nave con un acelerador de partículas al espacio, donde tratará de echarlo a andar para producir energía ilimitada y gratuita. Algo sale mal en el proceso, y crean una dimensión paralela. Instructivamente, uno de los astronautas escucha en una entrevista de TV como un fanático de la conspiración (Donald Logue) explica que eso puede hacer colapsar realidades, liberar monstruos de otra dimensión en la tierra y crear dobles de mundo paralelos que chocan entre si. ¿Es por eso que los monstruos aparecieron en “Cloverfield”? Entonces, ¿John Goodman no era un psicópata, sino un ciudadano precavido?

A pasar de su precario desarrollo narrativo, las escenas en la nave espacial funcionan gracias al talento del reparto. El aleman Daniel Bruhl, la china Ziyi Zhang dan sabor internacional a la empresa. El norteamericano Chris O’Dowd provee el alivio cómico, y hace que funcione el detalle mas surrealista de la película, cuando una pared se traga su brazo, dejando un muñón limpio e indoloro. Poco tiempo después, el brazo aparece moviendose sólo en otra parte de la nave. Es un guiño digno de Buñuel. Es una lástima que la película no abrace el absurdo, y lugar de ello, trate de armar una narrativa convenciones con pseudociencia y referencias a otras películas. La luminosa Gugu Mbatha-Raw ( una de las muchachas de “San Junipero”, el magnifico episodio de “Black Mirror”) asume el papel de protagonista, como una ingeniera que aún guarda duelo por la muerte de sus dos hijos. Ella se enfrenta a Jensen (Elizabeth Debicki), una mujer que aparece después de accidente molecular inserta en una pared, con cables encarnados en su cuerpo. Dice que es su amiga, y que viene de un plano paralelo donde sus hijos viven. En tierra le espera su esposo Michael (Roger Davies), un médico que rescata a una huérfana de las ruinas de un hospital, y se refugia con ella en un bunker similar al de “10 Cloverfield Lane”. Estas escenas son innecesarias, y le roban tiempo a la trama principal. Cualquier parecido con la franquicia “Alien” y el horror en el espacio de “Event Horizon” no es coincidencia.

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Edgerton y Smith en «Bright»: «48 horas» pero con orcos.

Al final, no importa si “The Cloverfield Complex” es una mala película. Su función era dominar la conversación en el Superbowl y cimentar la imagen de Netflix como un proveedor de eventos sensacionales. En diciembre, estrenaron “Bright” (David Ayer, 2017), un “original de Netflix” con el ADN de las películas taquilleras de los estudios tradicionales. Las críticas fueron tóxicas, pero Netflix anunció que en dos días se convirtió en la película más visat de su catálogo, e inmediatamente le adjudicó la marca del éxito: luz verde para una secuela. No sabemos cuanta gente vió “The Cloverfield Complex”, pero su calidad, y su alcance, no vienen al caso. Lo que importa es como valida a Netflix como híbrido de estudio/distribuidora/medio de exhibición. Estamos lejos de vivir en un mundo donde todo el contenido deseable esté disponible a nuestro alcance. Las licencias comerciales, los derechos de autor y los arreglos que garantizan la coexistencia de diferentes canales de distribución son una combinación muy difícil de cambiar.

“Cloverfield” tampoco muere por un paso en falso. Esta lista para estrenarse, más adelante en el año 2018, una cuarta película. Se rumora que es un thriller bélico escenificado en Europa durante la II Guerra Mundial. Supongo que si el acelerador de partículas hizo que colapsaran el tiempo y el espacio, podemos asumir que las creaturas espaciales se pueden materializar en cualquier momento de la historia. Esta por verse si seguirá el camino de un producto tradicional, o si Netflix comprará los derechos de distribución. Abrams tiene peces más gordos en su red, ahora que además de «Star Trek», tiene a su cargo la franquicia revitalizada de «Star Wars». Y Paramount se deshizo de un producto que difícilmente le compensaría su inversión. La pregunta del millón es si las dos horas de tiempo que usted invertiría en ver «The Cloverfield Paradox» valdrán la pena.

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TELEVISIÓN: «DOWNTON ABBEY» https://juancarlosampie.com/television-downton-abbey/ https://juancarlosampie.com/television-downton-abbey/#comments Wed, 07 Jan 2015 23:43:36 +0000 http://juancarlosampie.wordpress.com/?p=988 Estoy atrapado en los opulentos salones y sofocantes pasillos de “Downton Abbey”. Tres temporadas de la serie televisiva británica están disponibles en Netflix Latino, y son de momento mi veneno favorito. Soy víctima del binge watching, enfermedad típica del hiper conectado siglo XXI. Simplemente no-puedo-dejar-de-verla. Creada por Julian Fellows, es inevitable conectarla con “Gosford Park”, el guión original llevado a la pantalla por Robert Altman en el 2001. La acción se desarrollaba en una casa de campo señorial de la...

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Solo parece que huele a naftalina: "Downton Abbey"
Solo parece que huele a naftalina: las multitudes que contiene el drama de «Downton Abbey»

Estoy atrapado en los opulentos salones y sofocantes pasillos de “Downton Abbey”. Tres temporadas de la serie televisiva británica están disponibles en Netflix Latino, y son de momento mi veneno favorito. Soy víctima del binge watching, enfermedad típica del hiper conectado siglo XXI. Simplemente no-puedo-dejar-de-verla. Creada por Julian Fellows, es inevitable conectarla con “Gosford Park”, el guión original llevado a la pantalla por Robert Altman en el 2001. La acción se desarrollaba en una casa de campo señorial de la Inglaterra de 1932. Un misterioso asesinato conmocionaba a dos mundos que coexisten y se cruzan: el de los aristócratas vegetando entre oropeles, y el de los sirvientes deslomándose por atenderlos. El escenario recordaba a la legendaria “Las Reglas del Juego” (Jean Renoir, 1939) y la trama era pura novela de Agatha Christie. Altman, escéptico pero generoso, convierte el filme en un retrato coral que cristaliza el salvajismo del férreo sistema de castas sociales de la época. “Tengo que cantar por mi cena”, dice Jeremy Northam, interpretando a un personaje real, la estrella de cine Ivor Novello. En la prensa rosa puede ser rey, pero a la par de un noble de verdad, es un plebeyo más.

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“Downton Abbey” observa la vida en la casa señorial de Lord Crawley (Hugh Boneville), Earl de Grantham, quien al no tener hijos varones, necesita casar a su hija mayor, Lady Mary (Michelle Dockery), con un heredero del título familiar para no perder la fortuna de la familia. Quiere la suerte que el prometido fallezca en el hundimiento del Titanic, abriendo una genuina caja de Pandora. Así aparecer en el horizonte un primo lejano, Matthew Crawley (Dan Stevens), visto de menos por la Condesa heredera Violet (Maggie Smith) porque ejerce la plebeya profesión de abogado. En este mundo, trabajar para vivir es cosa de sirvientes. Pero en la serie de TV el staff es tan importante como los señores. Sus dramas personales comparten tiempo y consideración, en un especie de democracia narrativa que delata la sensibilidad moderna de sus creadores.

Lejos del rigor ideológico de Altman, la serie ofrece una visión romántica de la época. ¡Los nobles son gente con sentimientos!¡Y los sirvientes también! Si anda buscando una denuncia marxista de un sistema que ya no existe, esta viendo el canal equivocado. “Downton Abbey” reparte sus simpatías a lo largo de las divisiones sociales. Hay ángeles y villanos en todos los estratos. Véase en el ejército doméstico la bondad martirizada de la pareja conformada por la mucama Anna (Joanne Froggat) y el valet Bates (Brendan Coyle), veterano de guerra cuya introducción en la mansión sirve de hilo conductor para la primera temporada. Los proletarios “malos” son Sra. O’Brien (Siobahn Finnerman) y su protegido, el valet Thomas (Rob James-Collier). Ambos visten de negro riguroso, como cuervos.

La Condesa Violet Crawley (Maggie Smith): "Mi sirvienta renunció para casarse. ¿Como puede ser tan egoísta?"
La Condesa Violet Crawley (Maggie Smith): «Mi sirvienta renunció para casarse. ¿Como puede ser tan egoísta?»

“Gosford park” y Downton Abbey” comparten en su reparto la presencia de Maggie Smith. No he visto la película de Altman desde el 2001, pero creo que en ambos productos, su personaje ofrece una función similar. La veterana actriz interpreta a una anciana que, protegida por el privilegio de su posición y su avanzada edad, se da el lujo de despachar devastadores bon mots a cualquier personaje que se atreva a retarla, o a simplemente invadir su campo visual. Ella es certero alivio cómico, una reliquia del pasado que sorprende con sus opiniones, sea por lo anticuado de su visión, o por sorpresivo pragmatismo. “La aristocracia no ha sobrevivido hasta ahora siendo inflexible”, dice ante una crisis particular en la segunda temporada. Smith es simplemente deliciosa, y cada vez que aparece en pantalla, uno no puede más que anticipar con placer el veneno que saldrá despedido entre sus refinadas palabras.

Pedir sutileza a una serie que debe barajar las vicisitudes de unos 20 personajes recurrentes es ingenuo. Pero “Downton…” funciona por la manera en que dramatiza la tensión entre el implacable paso de la historia y el impulso estático del orden social. La mayoría está cómoda en sus papeles, pero fuerzas fuera de su control los obligan a cambiar. Véase el incidente – fuera de cámara – que sirve de detonante en el primer episodio: el aciago destino del heredero, prometido de Lady Mary, a bordo del transatlántico herido de muerte por un iceberg. Factores como tecnología y política giran las tuercas. La Condesa Violet lamenta la incursión de la luz eléctrica; la entrada de Inglaterra en la I Guerra Mundial cierra la primera temporada en una nota sombría. Con la quinta temporada presentándose actualmente en EEUU, anticipo con resquemor lo que la II Guerra Mundial le hará a los personajes.

Dele play al clip de arriba. Es la secuencia de créditos, de unos 30 segundos. Es una pequeña prueba de la fastidiosa atención a la recreación de detalles físicos, convenciones sociales y conductas de la época. De la misma manera que “Mad Men” nos lleva a los Estados Unidos de finales de los 50s y más adelante, “Downton Abbey” nos sumerge en la Inglaterra de principios de siglo XX. El celo puede confundirse con nostalgia por el pasado. La reproducción de conducta francamente misógina en “Mad Men” fue interpretada como añoranza por una época en que “los hombres eran hombres”. Eso habla más de la persona que hace la lectura, que de las intenciones de los creadores. La representación de una conducta, o de un sistema, no significa automáticamente aprobación. De la misma manera, algunos pueden registrar en “Downton Abbey” un anhelo por volver al tiempo de los grandes señores, magnánimas figuras paternales que gobiernan con guantes de seda a los plebeyos sirvientes, ignorantes o infantilizados, que simplemente no podrían valerse por si mismo.

No creo que la serie sea culpable de eso. Su atención a la época sirve para crear una experiencia absorvente. Su mirada es mas antropológica que ideológica, y es bastante franca a la hora de dramatizar la crueldad del sistema, particularmente en lo que se refiere a los límites que impone sobre las mujeres. Los Crawley son víctimas del sistema, también. Tome nota de como la muerte del heredero amenaza con dejarlos en la calle, porque las leyes de sucesión sostienen que una mujer no puede heredar títulos. Por su condición de mujer, Lady Mary debe casarse con un hombre de su mismo linaje si quiere preservar la propiedad en la familia. Peor aún, al casarse Lord Crawley con la heredera norteamericana Cora (Elizabeth McGovern), la fortuna de ella ha sido absorbida en el patrimonio, y también desaparecerá de sus manos. Si, los ricos también lloran. Pero sería bastante inocente esperar una aguda crítica social en una producción como esta. Es escapismo de lujo.

Si a algo me recuerda el tono, el acabado y el espíritu de “Downton Abbey”, es a las telenovelas brasileñas de época, plato fuerte de nuestra dieta televisiva en los 80s y 90s, antes que el cable atomizara nuestros intereses. Bellamente producida, sobriamente actuada e irresistible a la vista. ¿Se imaginan si hubiera sido posible ver más de un capítulo al día de “La Esclava Isaura” o “La Niña Moza”? Sólo denle play. Ustedes saben que quieren hacerlo.

* “Downton Abbey” es producido en Inglaterra por ITV desde el año 2011. Hasta la fecha, se han producido 5 temporadas. Ha ganado el Globo de Oro a Mejor Serie Dramática (2011); 11 premios Emmy incluyendo Mejor Miniserie (2011); el premio al Mejor Reparto de Serie Dramática del Sindicato de Actores de EEUU (2013). Las primeras tres temporadas están disponibles en Netflix Latinoamérica. En Estados Unidos, la serie se transmite por PBS, y temporadas anteriores por Amazon Prime.

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